La vida breve en San Lázaro
José Agustín Ortiz Pinchetti
Para qué sirve un gobierno legítimo
Paradojas mexicanas: Calderón, "presidente electo", no puede acudir a un lugar público sin arriesgarse a una protesta iracunda. AMLO realiza una gira en 8 estados (oculta por la mayoría de los medios) en la que es aclamado como presidente legítimo.
Quizás usted, amigo lector, se pregunte la razón del activismo de Andrés Manuel, intentaré responder: la decisión de organizar un gobierno y de tomar posesión en el Zócalo capitalino como presidente legitimo el próximo 20 de noviembre es respuesta a un agravio: la constatación de que la "victoria" de Fox, de Calderón, del PAN, el yunque, los mega influyentes, los líderes charros, Elba Esther, sus mapaches y demás cómplices, fue producto de competencia desleal y de fraude que empezó desde la designación del Consejo General del IFE, hasta el último acto de su gestión. Por lo que toca a la inequidad usted pudo constatarla hasta la nausea. El mismo TEPJF reconoció las graves irregularidades, aunque en lugar de anular la elección prefirió emitir un dictamen aprobatorio aberrante.
A millones de inconformes no nos quedaba más que apechugar la imposición y aceptar una regresión de 12 años en la política o resistir, y esto hicimos. El "plantón" en el eje de Reforma-Zócalo tuvo un alto costo para nosotros, sin embargo se expresó la inconformidad en forma pacífica y concentró la iracundia popular que pudo desbordar en violencia.
La designación de presidente legítimo, que ha provocado críticas y burlas, es otra expresión de resistencia extrema y respuesta al clamor de millones de votantes defraudados que no están dispuestos a conformarse con menos. AMLO ha creado un gabinete, no para gobernar un país, sino para dar respuesta crítica y propuestas válidas en asuntos estratégicos de la vida pública, para proteger al pueblo y defender el patrimonio de la nación. Además se pondrán las bases para un gran movimiento. AMLO ya inició una gira en 120 ciudades y en los 2 mil 500 municipios del país. No hará campaña presidencial ni intentará fundar un nuevo partido, sino crear una red de activistas que él podría convocar en circunstancias extremas para dar respuesta concertada en todo el país. Es muy probable que este movimiento sume a cientos de miles, quizás a millones: el voto duro de AMLO.
De modo simultáneo, gracias a un espléndido trabajo de negociación, se ha creado el Frente Amplio Progresista (FAP) que funcionará como brazo institucional autónomo, pero que operará por consenso y establecerá las líneas generales de coordinación con el movimiento de AMLO. El FAP tendrá gran capacidad no sólo para interactuar en la esfera de los poderes, sino definirá su propia política electoral. La coincidencia del movimiento ciudadano promovido por AMLO y del poder efectivo y la cohesión del FAP, podrían generar el núcleo para una gran oposición a un régimen, no sólo espurio, sino enemigo de los intereses de la abrumadora mayoría de los mexicanos.